En 1980 se presenta por primera vez a consideración del público una modesta colección de dibujos y esculturas en la que ya queda patente la bipolaridad de este artista, que, una y otra vez, deambulará entre las diferentes sendas abiertas por las “vanguardias históricas”.
En aquellos momentos iniciales se aferrará a los modelos y planteamientos defendidos por los constructivistas rusos, abordando la elaboración de piezas con tubos de polietileno ensamblados (El músico de jazz, 1978), componiendo divertidos toys con elementos de plástico desechados, y tallando esculturas de marcado carácter arquitectónico con fragmentos de vigas de madera recuperadas de derribos (Escultura I, Escultura II, Mirón, 1980).